El termostato de ambiente es fundamental en cualquier sistema de calefacción o refrigeración. Su finalidad es mantener controlada la temperatura del lugar, lo que proporciona confort y ahorro de energía al no calentar o enfriar más de lo necesario. 

La función de un termostato de calefacción es medir la temperatura del ambiente y trasmitir el dato por cable o de forma inalámbrica a la caldera para que pare, arranque o module su funcionamiento. De esta manera, se regula el consumo de energía según la temperatura establecida por el usuario.

Es muy importante el lugar donde se instale el dispositivo para que la lectura que haga del ambiente sea real. Debe ser un lugar representativo, alejado de las fuentes de frío o de calor y con ventilación suficiente. Además, no puede instalarse a cualquier altura: el aire caliente tiende a ascender y el frío se acumula abajo; ubicado en cualquiera de los extremos estaría evaluando una temperatura poco útil. 

En el mercado existen termostatos que operan manualmente o por wi-fi y que permiten programar dos niveles de temperatura: una “económica” y otra “de confort”. La programación varía según la hora y el día de la semana. Es así como se puede establecer una temperatura mínima y otra ideal, logrando el máximo confort con un gran ahorro energético. La programación de los termostatos se ajusta según el tipo de sistema de calefacción (piso radiante, radiadores, aire acondicionado) y según el uso de los ambientes (vivienda permanente o de fin de semana, comercios, oficinas, etc).  

Un sistema de climatización sin termostato de ambiente funciona sin control, sobrecalentando las habitaciones o enfriándolas por demás, lo que se traduce en un gasto excesivo e innecesario de electricidad y gas, que impacta directamente en el bolsillo del usuario. 

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